La orfebrería es el arte de labrar objetos en metales preciosos. Los orfebres materializaron su destreza y su conocimiento sobre las características físicas y químicas de los metales en la gran diversidad de técnicas de manufactura usadas en la orfebrería prehispánica de Colombia.
La metalurgia de los Andes peruanos se caracterizó por el énfasis en la producción de objetos por martillado. Esta preferencia tecnológica era una elección cultural que no dependía de las propiedades de los metales ni de la ignorancia sobre otras técnicas, pues los orfebres conocían de la fundición, que llevaban a cabo antes del martillado. La tradición andina se extendió por el territorio colombiano y en particular entre las sociedades del suroccidente del país.
Para fabricar láminas los orfebres golpearon tejuelos sobre lajas o yunques de piedra. Utilizaron martillos de distintas formas, materiales, tamaños y pesos, de acuerdo con la aleación, la dimensión del objeto o la fase del trabajo.
Al ser martillado, el metal se torna quebradizo y tiende a fracturarse: los orfebres debían calentarlo al rojo vivo y enfriarlo sumergiéndolo en agua. Este proceso, el recocido, que se repetía muchas veces, permitía seguir golpeando la lámina hasta obtener el grosor y tamaño deseados.
Lajas y pulidores de piedra se usaron para alisar las láminas y obtener superficies uniformes. Cinceles de piedra o de tumbaga endurecida por martillado fueron empleados para delinear y recortar la forma final del objeto.
La alta maleabilidad del oro hace posible fabricar láminas delgadas y flexibles para elaborar objetos de formas, tamaños y calibres variados.
La plata se usó solamente en el altiplano nariñense, por la influencia cultural de los Andes Centrales. Con aleaciones de cobre y plata se elaboraron narigueras, orejeras, recipientes y diademas.
Los adornos y utensilios de cobre martillado fueron, por lo común, más pesados y gruesos que los de oro o de plata. Los adornos martillados en tumbaga, aleación de oro y cobre, suelen tener paredes delgadas y superficies muy pulidas.
El artífice esbozaba con buriles los diseños decorativos en la cara posterior de la lámina. Luego, con la ayuda de cinceles, repujadores y punzones, presionaba y resaltaba el motivo por ambas superficies hasta obtener volúmenes, mientras apoyaba el objeto sobre algún material blando o sobre formas talladas en arcilla, madera o hueso.
Los diseños con vacíos o calados se obtuvieron recortando las láminas con la ayuda de cinceles metálicos y líticos.